El Sofisma Militante
“Entre error y sofisma hay una diferencia fácil de captar. Error designa simplemente una opinión falsa; sofisma designa también una opinión falsa, pero de la que se hace un medio para un fin. El sofisma se pone en obra para influir sobre la persuasión de otro y para obtener de ello algún resultado.” (Jeremy Bentham).
Sea cual sea el ámbito en el que una persona se desempeñe y sea cual sea su afinidad política, en algún momento habrá escuchado o habrá dicho cosas similares a éstas…
En Argentina: “los peronistas son corruptos”, “los radicales son ladrones”, “los kirchneristas atrasan”, “los macristas son unos vagos”…
En España: “los zurdos son unos asesinos”, “los socialistas son oportunistas”, “vox atrasa siglos”, y cosas por el estilo.
Estas afirmaciones descalificadoras están cargadas de errores difíciles de enumerar si uno buscara sus fundamentos lógicos y empíricos. Para decirlo de otra manera, las argumentaciones de ese tipo no tienen ni pies ni cabeza, son falsas desde el inicio. No tienen fines informativos, solidarios, comprometidos, empáticos, o sociales. Pero son frases tipicas en conversaciones casuales entre personas de todo tipo, incluso entre profesionales de las ciencias sociales. La pretensión de autoridad científica, cultural, religiosa, política, o económica, no es una barrera sino un aliciente para los sofismas. Hay mucha urgencia por obtener algo de autoridad pero con nubes de humo como fundamentos.
Todos los sofismas son políticos en el sentido de que intentan manipular cierta distribución de recursos; en general recursos simbólicos como la “dignidad”, la “honestidad”, la “responsabilidad”, la “dignidad” y cosas así. Los malos políticos asiduamente hacen uso de todo tipo de sofismas en las cámaras parlamentarias de los paises. Pero el sofista militante prolifera tambien en grupos de WhatsApp, en encuentros de veredas, en conversaciones casuales, siempre desparramando descalificaciones a determinadas afinidades partidarias.
Quien profiere un sofisma militante no persigue fundamentalmente, beneficios para sus vecinos, para su pareja, para sus amigos, o incluso, para sus hijos. Es un hecho curioso, una persona solo usará sofismas militantes que le convengan individualmente, aun cuando usandolos dañe a las posiciones de sus hijos, su pareja, su familia, o sus vecinos. Por ejemplo: un sofista no argumentará “…en nuestras filas hay gente muy ladrona”, y muy raramente afirmará “…nuestros opositores son muy trabajadores”. No lo diría aunque fuera verdad, y aunque implicara un reconocimiento al esfuerzo de sus vecinos, de su querida pareja, de sus amados hijos, o de leales sus amigos (piénsese, por ejemplo, en los grupos de amigos/familias/parejas con miembros afines a partidos políticos diferentes). El sofisma militante va bien con personas egoistas.
No es razonable discutir con alguien que profiere decenas de sofismas en menos de cinco minutos. Una vez que alguien se habitúa a hablar así, su marco de razonamiento queda completamente viciado por errores similares. Es muy probable que alguien así utilice sofismas militantes para orientarse en cualquier esfera de actividad: economía, cultura, religión, ciencia, y así. En otras palabras, es muy probable que sea proclive a opinar cosas como “todos los contadores son ladrones” “el catolicismo embrutece”, “los judíos son avaros”, “las mujeres son manipuladoras” y otras generalizaciones ridículas del mismo estilo.
Quienes se guían en varias esferas de actividad por medio de sofismas militantes, necesariamente apreciarán amigos que también sean seguidores, súbditos, o leales, a las afirmaciones que proclaman diariamente. Habría que considerar si conviene ser asiduo de personas así.